Santiago Solano Grande

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Cuatro dimensiones





Abrimos los hilos del tiempo.
Teníamos que empequeñecernos tanto que la realidad se alteraba.
El resquebrajamiento era tan poderoso que el plano conceptual
se retorcía sobre sí mismo hasta la apariencia circular,
como si la materia únicamente fuera El Eterno Absoluto.
Sobre nuestras cabezas, las esferas gaseosas de violento volteo.
Las sombras del hielo, sobre su paciente vida lenta,
como si no hubiera culpa alguna en la rigidez.
Nuestra condición fue corrompida hasta ocupar sólo cuatro
                                                                                      [ dimensiones:
tres físicas, sumergidas en nimbados hidrocarburos, y una
                                                                                      [ mentálicotemporal.
Allí la sustancia del primer hombre.



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La rueda de la fortuna 



Basado en hechos reales 



Pablo López canta en los túneles del metro cada día. Cae lento, llega desde su infancia de huérfano y reformatorio. Pablo pone ritmo de blus en su arcaico magnetofón portable. 

Encumbra una voz de blanquito que suena toda a saxo de negro. La gente le deja monedas de muy poco valor y mucho brillo. Si cierras los ojos y hueles, la perfección absoluta es jazmín en rama. 

El viento arrastra el panfleto hasta su mugrienta manta bajo el puente. Pablo López sueña con una gloria que no quiere llegar. ¡Calla tanto! Sabe que en el silencio está la salvación. 

Concurso las voces del viento, escriben. Pero llueve demasiado sobre la memoria. Pablo tiene frío desde su accidentado partopie en la nieve. Se empapa la noche, se calan los huesos. Todo muta en papel mojado. 

Pablo López duerme: ¡es tan fácil tocar la felicidad así! Tras la noche incierta los amaneceres son de diario. Los deseos traen nuevas fuerzas: así volvemos al calor casihumano del metro.