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Hay días en los que uno se pone boca-abajo
los muertos que ha escondido en su vergüenza.
En un intento fiel de redimirse,
sin más profanación ni más espera,
se busca en el espejo la marca en la rodilla,
que tanto le ha costado conseguir
y entonces,
recupera su estatura.
Hay días en los que uno se pone en pie de nuevo
y piensa que los muertos siempre optan por morirse
en el momento más inoportuno.