Fotografía propiedad de la autora |
Vi dos aves surcando el cielo,
que parecían tocarse,
como diciéndose, te quiero.
El día anochecía,
con esas cigüeñas majestuosas,
alguien ama, alguien está contento.
Ojalá pudiera yo reencarnarme
en cigüeña, y ser feliz
por un momento.
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Amaneció y vi que todavía
escuché, y todo seguía igual,
problemas, problemas,
sin ninguna solución.
Entonces me volví a acostar,
no quería que el fin del mundo
me pillara despierta.
No me gustan las despedidas.